La preocupación por los que sufren y de manera especial por los enfermos, siempre formó parte de la actividad pastoral de Juan Pablo II desde los primeros instantes de su pontificado.
En el mensaje pronuciado en la capilla Sixtina el 17 de octubre de 1978 se dirigió a los enfermos con una solicitud muy personal. Dijo en aquella circunstancia particularmente solemne: "El indigno sucesor de Pedro, que se propone escrutar las insondables riquezas de Cristo, tiene una necesidad muy grande de vuestra ayuda, de vuestra oración, de vuestro sacrificio, y os los pide con la máxima humildad"
Estas palabras no fueron de simple cortesía, sino que estuvieron revestidas de amor y de confianza.
Los enfermos ocupaban un puesto fijo en su vida interior y siempre estaban presente en su pensamiento.
Mediante sus encuentros con los enfermos Juan Pablo II se sentia unido a todo hombre que sufre en la tierra, a cuantos se sienten desposeídos de aquello que en justicia les corresponde.
El modelo para él era Cristo, que anunciando el mandamiento del amor al prójimo, trataba con particular cariño a los enfermos y se identificaba con los "hermanos más pequeños", en la relación con quienes situaba la condición para alcanzar la salvación ( Mt 25,34-40)
Los discursos del Papa a los enfermos inspiraban amor, producían consuelo, implicaban siempre palabras de esperanza, sacaban a la luz de la fe la dimensión cristiana del sufrimiento, que no es un destino ciego del hombre, sino que encuentran su lugar en el misterio del plan divino de la salvación.
Los numerosos encuentros de Juan Pablo II con los enfermos, y su experiencia personal del sufrimiento encontraron expresión en la carta apostólica Salvifici Doloris, publicada en la memoria litúrgica de Nuestra Señora de Lourdes, el 11 de febrero de 1984. Extenso documento uno de los más preciosos este del magisterio de Juan Pablo II, escrito " por la más profunda necesidad del corazón y al mismo tiempo por lo imperativo profundo de la fe"nos introduce en uno de lo más dificiles, sino quizá el más dificil problema del destino humano, en el gran misterio que aparece en las reflexiones del hombre sobre el mundo, sobre Dios y sobre la vida......
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