La cruz fue compañera inseparable de Juan Pablo II su pensamiento sobre el sufrimiento, sobre la fugacidad de la vida y sobre la muerte estaba siempre presente en su vida. Incluso sus obras poéticas lo ponen en evidencia, lo que no significa que se trocasen en motivos de tristeza, de pesimismo o de frustración.Por el contrario, constituían para él un estímulo a una vida interior más intensa, a la acción apostólica, a una unión con Dios más estrecha, sin la cual no se puede comprender hasta el fondo el drama de la existencia humana.
El papa tenía un acercamiento particular por los enfermos, donde en las celebraciones multidinarias, el se dirigía a los lugares que ellos se encontraban . Y con un corazón de padre y pastor se dirigía a ellos diciendo:«Si el grano de trigo... muere, da mucho fruto» (Jn 12, 24). La redención realizada por Cristo al precio de la pasión y muerte de cruz, es un acontecimiento decisivo y determinante en la historia de la humanidad, no sólo porque cumple el supremo designio divino de justicia y misericordia, sino también porque revela a la conciencia del hombre un nuevo significado del sufrimiento. Sabemos que no hay un problema que pese más sobre el hombre que éste, particularmente en su relación con Dios. Sabemos que desde la solución del problema del sufrimiento se condiciona el valor de la existencia del hombre sobre la tierra. Sabemos que coincide en cierta medida, con el problema del mal, cuya presencia en el mundo cuesta tanto aceptar....
La cruz de Cristo --la pasión-- arroja una luz completamente nueva sobre este problema, dando otro sentido al sufrimiento humano en general. A la luz de esta verdad, todos los que sufren pueden sentirse llamados a participar en la obra de la redención realizada por medio de la cruz. Participar en la cruz de Cristo quiere decir creer en la potencia salvífica del sacrificio que todo creyente puede ofrecer junto al Redentor. Entonces el sufrimiento se libera de la sombra de lo absurdo, que parece recubrirlo, y adquiere una dimensión profunda, revela su significado y valor creativo. Se diría, entonces, que cambia el escenario de la existencia, del que se aleja cada vez más la potencia destructiva del mal, precisamente porque el sufrimiento produce frutos copiosos. Jesús mismo nos lo revela y promete, cuando dice: «Ha llegado la hora de que sea glorificado el Hijo del hombre. en verdad, en verdad os digo: si el grano de trino no cae en tierra y muere, queda él solo; pero si muere da mucho fruto» (Jn 12, 23-24). ¡Desde la cruz a la gloria!...
¿No se podía sacar de aquí la respuesta que, también hoy, espera la humanidad? Ésa sólo se puede recibir de Cristo crucificado, "el Santo que sufre", que puede penetrar en el corazón mismo de los problemas humanos más tormentosos, porque ya está junto a todos los que sufren y le piden la infusión de una esperanza nueva. ( Catequesis de S .S. Juan Pablo II durante la audiencia general de los miércoles 9 de noviembre de 1988)
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